El beso. Una obra grandiosa del arte erótico, en la que pareciera todo ser incierto y no sabes si las cosas ya pasaron y todo se dá a la imaginación o las cosas se anticipan y están a punto de ocurrir.
La escultura es algo así como mi técnica frustrada, en las clases de la escuela no pasaba de hacerlas en plastilina y casi siempre se quedaban en yeso, sin embargo me encanta y uno de mis sueños a cumplir antes de dejar este mundo con los pies por delante es ir a ver esas esculturas grandes de mármol blanco llenas de historia que abundan en el viejo continente, un día de estos nada lejano se me hará, ya lo manifiesto.
Mientras, les platico de una de mis favoritas: El Beso, del escultor francés Auguste Rodin igual casi de importante como su escultura de El pensador. Una escultura que muestra a una adorable pareja de amantes desnudos. (Ah por cierto, que un saludo apasionado al mío, jo jo jo). Ok, perdón por la intromisión.. continúo. Les decía que no hay obra más específica que el beso, una obra apasionante, llena de sensualidad y deseo, la mezcla perfecta entre una escultura
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